Los acontecimientos que me trajeron a este día y compartir mi experiencia, se parecen mucho a una hilera inmensa de fichas de dominó, que empezaron a caer una tras otra impulsadas por la pata de un perro. Si hago el recuento de todos los caninos que me han acompañado, cuento la historia de mi propia vida, de mi esencia más profunda.

En mi casa hubo perros desde que tengo memoria; mi primera conexión fue con Lobo, yo tenía ocho años y desde el día en que nos vimos fuimos inseparables, cumplió 13 años y tuvo qué partir inevitablemente; para el tiempo ya era un adolescente que se ganaba unos pesos, así que ahorré estrictamente, hasta cubrir el monto que pedían en la veterinaria por otro cachorro de pastor alemán: Lobo 2.

Él y yo hicimos juntos la prepa y la carrera, era muy popular. Fue bienvenido en cada lugar que pisé incluidas las aulas de la Universidad. Mi vida adulta y profesional comenzó con las demandas y vicisitudes de nuestro siglo. Hice muchos negocios, conocí mucha gente, fui muy competitivo, apasionado, intenso, obstinado y finalmente absorbido completamente por mi trabajo. Hacia 2008 era yo el flamante CEO de mi propia agencia de publicidad, un energúmeno de libro que poco dormía, mal comía, mucho bebía y casi nada disfrutaba de la vida. Necesitaba buscar un poco de salud, hacer tiempo para volver a sentirme humano. En esa época tenía a Caliman (un pastor belga que me regalaron cuando Lobo 2 murió), y justo él me sacó a correr por las calles.

De la mano de Juan Ávila aprendimos guardia, protección, rastreo, detección y muchos trucos para comunicarnos mejor, y cuando su escuela se mudó a Querétaro, seguimos practicando por nuestra cuenta. Un día se me ocurrió abrir una guardería solo para los perros de la gente más cercana; esto de los entrenamientos realmente me estaba gustando y sin lugar a dudas me había rescatado. Empecé a leer cualquier cantidad de documentos sobre etología -¡yo leyendo!-, seguía trabajando con los animales de mis allegados, creando sin darme cuenta, un método personal distinto a lo que había en el mercado.

En esta ruta conocí a Lucky, otro pastor alemán sobreentrenado para guardia y defensa. Estaba en el cadalso, manejarlo era prácticamente imposible: “No lo ‘duerma’, yo me lo llevo”. Pagué su transportadora y comenzamos La Gran Aventura. Más de una vez Lucky y yo nos miramos cara a cara, y nos dijimos mutuamente: ¿Qué hago contigo? Pero no perdimos la fe. Él estaba empecinado en entrenarme y yo en comprenderlo. Luego de 7 meses e innumerables mordidas, habíamos terminado con nuestra rehabilitación.

En 2011 Mandé al diablo la publicidad, Lucky y yo abrimos Se-kkan, mi propia guardería, en 2014  Se-kkan operaba con más de 40 perros diarios promedio (75 en la actualidad), yo tenía un sistema de adiestramiento novedoso (que nunca ha dejado de transformarse), alimentado por todos nuestros alumnos y muchísimos de cursos más talleres, congresos y conferencias, donde aprendí primeros auxilios, masaje canino, optimización de la comunicación con perros, anatomía canina, control, K9, etología y lo que se te ocurra.  En ese mismo año un nuevo horizonte se abrió para Se-kkan, el entrenamiento para particulares de asistencia y guía. Una ficha más cayó, la de entrenamiento especializado (y hoy por hoy, a medida cada usuario). Desde luego continué documentándome y analizando cada caso, generando una metodología distinta según las necesidades de los usuarios.

He participado en variadas ferias de adopción dando pláticas de concientización sobre la adopción y comportamiento del perro; durante 8 meses tuve mi cápsula de radio en el programa Punto Crítico del AM, fui invitado a Canal 11, a Televisa… En este momento ya sumamos más de 400 perros entrenados, 5 entrenadores y 10 paseadores capacitados; 70 perros en condiciones de calle integrados a un hogar, 14 perros de asistencia, terapia y guías instruidos, y dos perros jubilados (Lucky y Hanna).

En 2020 comenzó a gestarse Omnimalia, un sueño común, una sociedad ambiciosa, un centro integral no solo para perros, cuyo objetivo es mejorar la calidad de las vidas que alcancemos a tocar, fomentando el bienestar de los animales, y una cultura de inclusión y convivencia con estos representantes de la naturaleza. El camino fue larguísimo, la planeación ha sido cuidada con minucia y ha tenido que sortear numerosísimos obstáculos, comenzando por la pandemia que ha azotado al mundo. Hoy Omnimalia es una realidad. Queremos brindar una experiencia alegre y saludable tanto a los animales como a las personas que las aman.

La hilera de fichas de dominó tenía un nombre sencillo:  Amor